Miguel Angel
Gaytán Montes, Julio de 2015
Un día me desperté con la noticia de que dos de las avenidas
paralelas entre si y cercanas a mi casa, cambiarían de sentido del flujo
vehicular, para convertirse en lo que las autoridades locales denominaron “Par
Vial”.
La autoridad argumentó haber realizado sesudos estudios de las
cargas y sentidos vehiculares, desde y hacia el centro de la ciudad, dando como
resultado la necesidad de hacer de un solo sentido cada una de estas arterias,
una del sur hacia el centro y la otra del centro hacia el sur. Buscando con
ello hacer más ágil el tránsito por estas arterias.
Ese mismo día tuve la oportunidad de utilizar este par vial, para ir
al trabajo y regresar a casa, comprobando la eficiencia de las acciones recién
implementadas por las autoridades municipales.
Definitivamente celebré con entusiasmo una de las medidas más
sencillas, benéficas y económicas, que la administración Municipal había
implementado en beneficio de los ciudadanos.
Poco me duró el gusto, ya que dos días después, a la vuelta de mi
trabajo, me llevé la sorpresa de que una de las avenidas, la del centro hacia
el sur, ya se circulaba nuevamente en doble sentido, originando la lentitud
acostumbrada en esa ruta, pero… ¿qué sucedió?
Pues resulta que un grupo de vecinos de un sector de casas
aledañas a la vía de dirección centro-sur, se opusieron al cambio y decidieron
bloquear una avenida principal, reclamando ser escuchadas por las autoridades
municipales. Solicitaron que se diera marcha atrás al cambio de sentido de la
avenida.
Después de platicas y reuniones con el presidente municipal, éste
ofreció que se realizarían encuestas con todos los vecinos de esta avenida y
profundizarían en el análisis de la información y datos del estudio previo
realizado, para tomar una decisión definitiva.
Pero por lo pronto la avenida en cuestión regresó al doble sentido
que tenía…
Días después se informó a la ciudadanía, que la avenida
continuaría como estaba, ¡en doble sentido!
No dudo que se haya realizado el estudio que argumentó
inicialmente la autoridad municipal, tampoco dudo que el cambio a un solo
sentido traería una inicial incomodidad a los vecinos.
Pero… ¿pudo mas la fuerza de la opinión de un grupo de vecinos,
que el beneficio que obviamente fue evidente para miles de ciudadanos que
cotidianamente circulamos por esa avenida?
¿Porqué pudo más la fuerza de la opinión de unos cuantos?
La única razón que encuentro es que para la autoridad fue más
importante el ¡que dirán! Y no la decisión razonada por una institución, que
tiene como respaldo la voluntad de los ciudadanos que votaron.
La autoridad debe dirigirse como tal, con toda responsabilidad,
pensando en el bien común. Por desgracia, los políticos buscan alimentar el
“contentillo” de la gente, mediante “la condescendencia disfrazada de
concesiones”, por lo pronto saben que mientras el gigante siga dormido, su
fuerza proviene de las leyes diseñadas por ellos mismos, para conservar el
estado de cosas actual, dándole al ciudadano sólo la posibilidad de votar y
otorgar el mandato, pero no la posibilidad legal de revocarlo.
Los políticos que llegan al gobierno por el voto ciudadano, buscan
hacer que la gente olvide, que el poder que los encumbró hasta donde se
encuentran, es el poder del votante.
Cada día que pasa, creemos menos en los políticos, porque nos aman
antes de las elecciones, pero después de los comicios, o no les importamos, o
nos odian o nos ignoran, o todo al mismo tiempo.
Necesitamos autoridades conscientes de que su poder radica en el
voto de los ciudadanos y que además lo manifiesten así a sus mandantes. Aún las
decisiones más impopulares tendrían manera de obtener la aprobación mayoritaria
si el objetivo perseguido es el bien común y se plantea a los ciudadanos como
“una decisión difícil pero necesaria”.