Miguel Angel
Gaytán Montes, 25 de febrero de 2017.
Siendo el responsable de manejar las relaciones laborales de la empresa en donde laboraba, le pregunté a uno de los representantes del sindicato, sobre el resultado de la elección del
nuevo representante sindical, que se había llevado a cabo la noche anterior. Al
mencionar el nombre del trabajador que resultó vencedor y por lo tanto que
ocuparía el puesto principal como representante del sindicato, me sorprendió
que hubiesen elegido a Juan, pues no tenía experiencia alguna en las actividades
sindicales. Sin pensarlo mucho, le pregunté al representante, ¿cómo fue que lo eligieron a él, si no tiene
experiencia en el sindicato?, tranquilamente y con un gesto de decepción, me
respondió; - pues resulta que en el proceso, estaba también como candidato, un
compañero que nadie quería que resultara ganador. ¿Y eso que tiene que ver?, le
repliqué, a lo cual él me respondió; - pues resulta que como todos queríamos
asegurarnos de que no ganara “Pedro”, ¡la mayoría votó por Juan, pues era el
candidato que creíamos que tenía menos posibilidades de triunfar, con tal que
no ganara “Pedro”!.
Pero el resultado fue que el candidato con menos posibilidades de
ganar, ¡se llevó el triunfo! ¡Viva la Democracia!
Ya se imaginarán, la serie de problemas que tuve con el nuevo
representante del sindicato, pues carecía de conocimientos ciertos de los
derechos laborales, además de que tenía una personalidad sin el aplomo
suficiente, que le permitiera enarbolar un liderazgo ante la base sindical.
También yo tuve que luchar contra un gran complejo de este representante, pues
sabiéndose falto de “aptitudes”, pensaba que yo le tomaría ventaja de la
situación, por lo que, nos llevó algún tiempo en ponerse al tanto de la legislación
laboral y a mi, el convencerlo de que no era necesario ser tan agresivo en las
pláticas de asuntos laborales, que debíamos sostener cuatro o cinco veces por
mes.
Después de algunos meses de reuniones estériles, por fin empezamos
a llevar una relación cordial y equilibrada.
Otro ejemplo de los riesgos del ejercicio de la democracia, lo
pudimos constatar en la elección presidencial de 2012, cuando contendían
Josefina Vázquez Mota por el Partido Acción Nacional, Andrés Manuel López
Obrador por el Partido de la Revolución Democrática y Enrique Peña Nieto por el
Partido Revolucionario Institucional, solo por mencionar a los candidatos que
estaban a la delantera de las preferencias de voto, los días previos a las
elecciones.
Después de dos sexenios con presidentes del Partido Acción
Nacional, y a pesar de sus desatinos, yo esperaba que Josefina Vázquez pudiera
dar continuidad al PAN, con un estilo diferente y por que no, femenino, al
dominio azul, dejando fuera de combate al
Revolucionario Institucional y al “eterno” candidato a la presidencia Andrés
Manuel.
Sin embargo, mas allá de los análisis que en materia de política
se podrían hacer o de la comparación de las trayectorias de cada aspirante, o
de sus ofertas de campaña, estoy convencido que hubo un factor menos sesudo,
pero no por eso menos efectivo, y que inclinó la balanza electoral, y este fue
el voto femenino.
El sufragio de aquellas quienes ejercieron su voto en favor de un
apuesto, menudo y copetón candidato. Este candidato abanderó la oferta de un
gobierno que “sí sabía como hacer las cosas”, la oferta de un “nuevo PRI”, mas
cercano a la gente, más sensible a las precarias condiciones de la mayoría de
los mexicanos.
Ya estarán visualizando de quien se trata, pues ni más, ni menos,
que de nuestro actual presidente Revolucionario e Institucional.
Desde entonces hasta la fecha, tenemos al frente del Poder
Ejecutivo Nacional a uno de los presidentes que más iniciativas de reforma a la
Constitución Mexicana ha concretado en tan breve tiempo, lo cual ya le asigna
un mérito que, por lo menos sus cuatro antecesores, no pudieron cristalizar.
Ese mérito no ha sido suficiente, para ocultar su falta de pericia
al momento de la implementación de todas esas reformas. Ha dejado al
descubierto que él representa al “nuevo PRI”, maquillado de jovialidad, pero
vestido de las grotescas maneras de la mas añeja “dictadura perfecta”, al mas
rancio estilo de los dinosaurios “priistas” que yo recuerdo.
Lamentablemente, en los hechos, da la impresión de que se quedó
anclado a la máquina de escribir, y la computadora solo la conoce por lo que
sus hijos seguramente le platican. No ha sido capaz de evolucionar y responder a la altura de la era de las
comunicaciones y de la nueva sociedad mexicana, que está mas informada, y que
por lo tanto, lo que haga o no haga, en tiempo real está siendo comentado por
miles de ciudadanos vía la internet y las redes sociales.
Otro caso de ejercicio de la Democracia, que ha preocupado y
ocupado a todo el planeta y tal vez hasta a los “alienígenas ancestrales”
(quienes seguramente nos observan con sus mas sofisticados equipos de
tecnología aún desconocida para el hombre), es el resultado del peculiar
proceso electoral de los Estados Unidos de América, pues, como en el ejemplo
que les platiqué al inicio de este escrito, la Democracia se hizo presente, al
estilo “gringo”, a pesar del voto popular, pues el Sr. Donald Trump, ocupa
desde este 20 de enero pasado, la silla presidencial de aquel país. Y bueno, de
estos primeros días de Trump al frente de la casa blanca, ya todos tenemos
pruebas de los objetivos y el estilo de este magnate enfundado ahora en
presidente de los vecinos del norte.
La DEMOCRACIA, demanda de nosotros los ciudadanos, el compromiso
de estar siempre lo mejor informados que podamos, ejercer el derecho de votar y
asumir la responsabilidad del voto emitido, además de proponernos no volver a
cometer el mismo error, si este fuera el caso… y por penitencia, buscar
minimizar, hacia el futuro, las probables “pifias” que muchos de nosotros
tendemos a cometer.
Bueno, pero… ¿como hacer para remendar, cuando ya se ha votado,
cuando ya el error se ha consumado y un personaje de poca estatura, hablando de
aptitudes, se ha posado, en el mas alto mando?
En el caso del presidente de los EUA, sus ciudadanos tienen al
alcance herramientas que les permiten enmendar su error y en caso de ser
necesario, estoy seguro que lo van a hacer, mediante el famoso “Impeachment”,
que es el primer paso para poder enjuiciar a un ocupante de un cargo gubernamental,
que eventualmente puede derivar en la destitución del cargo del imputado.
Pero en el caso mexicano, para enmendar el error, sólo tenemos lo
que establece la Constitución Mexicana en su artículo 108, el cual marca que;
el Presidente de la República sólo podrá ser removido de su cargo antes del
término legal de su mandato, por alguno de los siguientes motivos: “traición a
la Patria o por haber cometido delito grave del orden común”. Que dicho sea de
paso, nunca ha sido aplicado a presidente alguno.
Pero es necesario y URGENTE, que se modifique la Constitución y
las leyes electorales que se requieran, para que los ciudadanos tengamos la
posibilidad de enmendar nuestros errores. pues ¡no tiene la culpa el indio,
sino quien lo hace compadre!
Que culpa tiene Juan o Enrique o Donald, ¡no están en ese puesto
por sus pistolas!
Saberse con el poder de decidir, tiene su encanto y grado de
disfrute, pero también supone un alto grado de responsabilidad y de riesgo.
Saber por quien votar, tachar el nombre de la persona que consideramos
correcta, determina el futuro,
condiciona los desafíos venideros, proyecta las oportunidades.
Votar es realmente importante y debemos reflexionar mas sobre las
consecuencias de ese acto tan valioso y trascendente.
Ya es momento de exigir a
nuestros representantes los Diputados Federales, Locales, y también a los
Senadores de la República, que modifiquen las leyes que sean necesarias, para
que los ciudadanos podamos quitarle a un mal gobernante, el poder que les hemos
dado con nuestro ejercicio de la DEMOCRACIA.
La DEMOCRACIA
legalmente, debe descansar en dos grandes pilares: El VOTO y LA REVOCACION DE
MANDATO.
¡Urge que tengamos el derecho legal a la REVOCACIÓN DE MANDATO y podamos retirar del poder a los malos
gobernantes!