Hoy todos en
casa
sabíamos que el año terminaría.
que llegaría el momento
en que las doce campanadas
marcaran el fin de un año mas...
Todos lo sabíamos,
menos el reloj.
el se negó a marcar
las doce de la noche.
sabíamos que el año terminaría.
que llegaría el momento
en que las doce campanadas
marcaran el fin de un año mas...
Todos lo sabíamos,
menos el reloj.
el se negó a marcar
las doce de la noche.
Once horas antes
de la cita con el destino.
se negó a continuar
con su trádicional e incansable trabajo...
Talves pensó que nadie lo notaría,
que en la víspera de la última noche del año,
nadie se ocupa de este humilde artefacto,
si acaso unos cuantos minutos
¡antes de las doce campanadas!
Sin embargo
el hambre terminó con sus planes...
Todos coincidimos
en que el ruido,
cada vez mas insistente
de nuestras panzas
tenía un solo origen...
¡hambre!
Pero siendo temprano,
¡como es que ya nos rugen las tripas!
Giré mi cabeza para mirar el reloj
y cual fue mi sorpresa,
¡este aún marcaba la una y treinta!
consulté la hora
apretando el botón derecho del celular...
¡las tres y cinco de la tarde!
Expedito y sin duda,
el reloj de grandes dígitos en blanco
y fondo azul reveló
el desafortunado acontecimiento...
Si no hacía algo contundente y ágil,
no tendríamos la oportunidad
de disfrutar, de los tradicionales sonidos
de aquellos elementos metálicos!!!
De ser cualquier otro día
no tendría la menor importancia
un contratiempo semejante
pero, en tratándose del acontecimiento
que estaba a horas de ocurrir,
la situación tomaba tintes de tragedia.
Nuestra suerte cambió,
cuando sin dudar, pero con sigilo,
mi hijo me susurró...
padre, no deberíamos preocuparnos...
porqué, le dije intrigado...
solo falta reponerle la pila...
y seguro funciona...
Rápidamente me dirigí
a mi recámara y tomé
el necesario repuesto ...
al regresar a la sala,
ahí estaba el protagonista,
callado e inmóvil...
deposité la batería en el sitio indicado
y de inmediato, ¡dio señales de vida!,
y en cuanto lo puse a tiempo,
el reloj siguió su curso...
¡¡¡como si fuera cualquier día!!!
de la cita con el destino.
se negó a continuar
con su trádicional e incansable trabajo...
Talves pensó que nadie lo notaría,
que en la víspera de la última noche del año,
nadie se ocupa de este humilde artefacto,
si acaso unos cuantos minutos
¡antes de las doce campanadas!
Sin embargo
el hambre terminó con sus planes...
Todos coincidimos
en que el ruido,
cada vez mas insistente
de nuestras panzas
tenía un solo origen...
¡hambre!
Pero siendo temprano,
¡como es que ya nos rugen las tripas!
Giré mi cabeza para mirar el reloj
y cual fue mi sorpresa,
¡este aún marcaba la una y treinta!
consulté la hora
apretando el botón derecho del celular...
¡las tres y cinco de la tarde!
Expedito y sin duda,
el reloj de grandes dígitos en blanco
y fondo azul reveló
el desafortunado acontecimiento...
Si no hacía algo contundente y ágil,
no tendríamos la oportunidad
de disfrutar, de los tradicionales sonidos
de aquellos elementos metálicos!!!
De ser cualquier otro día
no tendría la menor importancia
un contratiempo semejante
pero, en tratándose del acontecimiento
que estaba a horas de ocurrir,
la situación tomaba tintes de tragedia.
Nuestra suerte cambió,
cuando sin dudar, pero con sigilo,
mi hijo me susurró...
padre, no deberíamos preocuparnos...
porqué, le dije intrigado...
solo falta reponerle la pila...
y seguro funciona...
Rápidamente me dirigí
a mi recámara y tomé
el necesario repuesto ...
al regresar a la sala,
ahí estaba el protagonista,
callado e inmóvil...
deposité la batería en el sitio indicado
y de inmediato, ¡dio señales de vida!,
y en cuanto lo puse a tiempo,
el reloj siguió su curso...
¡¡¡como si fuera cualquier día!!!
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