viernes, 13 de mayo de 2016

Peña y Chuayffet se equivocaron…

Peña y Chuayffet se equivocaron…
Miguel Angel Gaytán Montes, mayo 3 de 2016.

Recuerdo que en 1990 se hicieron mas frecuentes y más públicas las protestas por el mal servicio que prestaba la paraestatal Telmex.
En los noticieros se le dedicaban largos minutos a hacerle ver a la audiencia lo ineficiente del servicio y los abusos que se cometían en los cobros por parte de esa empresa.
Toda esa tormenta de información, tenía un objetivo, hacernos ver que la compañía telefónica necesitaba un cambio radical, urgente y que además el gobierno debía tomar medidas drásticas para corregir tal situación.
En medio de esa tormenta, vino el anuncio de la necesaria privatización de Telmex, lo que finalmente derivó en la venta del 51% de las acciones de la empresa al Grupo Carso, el cual se había asociado con France Telecom y Southwestern Bell, para hacer su oferta y ganar el concurso de adjudicación.
Así en diciembre de 1990, la empresa telefónica pasó de ser para estatal a privada.
Los ciudadanos fuimos víctimas de una manipulación mediática dirigida por el Gobierno de Salinas. Se nos hizo creer y exigir que era necesario que nuestro gobierno tomara decisiones definitivas para resolver de una vez “la crisis”.
Se le otorgó al Grupo Carso una concesión en la que se establecieron compromisos de crecimiento, cobertura, calidad y apertura de su infraestructura, para hacer posible la participación de otros operadores de telecomunicaciones, principalmente en los mercados de telefonía local y larga distancia.
Poco o nada se dijo sobre las razones que hacían que Telmex se encontrara en tal situación, lo que importaba al ejecutivo y los medios, era promover que los ciudadanos “presionaran” a su gobierno, para que terminara de una vez por todas con el malévolo monopolio. ¡Fuimos hábilmente manipulados!
Hoy los medios nos muestran a un gremio magisterial, bronco, irresponsable, vandálico, inconsciente, retrógrada.
¿Será que ese es el rostro real de todos los maestros en toda la república? ¿Será que los docentes prefieren la beligerancia a las aulas? ¿Será que los profesores prefieren la corrupción a la aplicación de la ley? ¿Será que no les interesan nuestros niños y jóvenes, que son el presente y futuro de México?

Me parece que en este caso el gobierno de Enrique Peña se equivocó en el manejo mediático que le dió al asunto de la obligada implementación de la reforma educativa. Pues por ejemplo, al final de la campaña contra Telmex, la compañía quedaría desvinculada del gobierno y el papel de este, sería el de rectoría y vigilancia en el cumplimiento de los compromisos adquiridos por los particulares, que dicho sea de paso, el interés del grupo adquiriente era que Telmex se convirtiera en una empresa moderna, eficiente, rentable y de clase mundial. Lo cual estaba en la línea de las “exigencias del pueblo”.
Para el caso de la reforma educativa, el sistema educativo continuaría siendo  responsabilidad del gobierno, continuaría la necesidad de que los mentores se concentren en entregar lo mejor de si mismos en beneficio de la niñez y juventud de nuestro país, mas allá de los intereses personales o sindicales.
Creo que Peña y Chuayffet se equivocaron, pues, o dirigieron o toleraron o promovieron, el desprestigio de la dignidad magisterial y su vocación. Estos dos personajes no recordaron que a final de cuentas es el propio gobierno quien seguiría siendo el responsable del incremento en los niveles de calidad de la educación.
Se equivocaron porque pensaron que debían convencernos, a los ciudadanos, de que hacía falta realizar cambios y nos quisieron obligar a exigirles que actuaran con la espada desenvainada, cuando en realidad constitucionalmente han estado  obligados a tomar las medidas consagradas en las leyes de la reforma educativa.

Se equivocaron porque en el caso de Telmex había un sindicato fuerte que defendió a capa y espada los derechos de los trabajadores, con quien Carlos Slim tuvo que sentarse a platicar y buscar horizontes, si no iguales si en el mismo rumbo, de manera que permitieran a la empresa cumplir con los compromisos adquiridos ante el gobierno y además de hacer rentables las inversiones realizadas.
Para el caso de los maestros, el SNTE desde la salida de Elba Esther, se ha convertido en un fantasma del que ni siquiera se habla, no está presente ni para bien ni para mal. Ni para apoyar la reforma ni para rechazarla, ni para informar a sus bases ¡y menos para defender sus derechos!.
Peña tenía la Ley y al SNTE en la mano, ¿que mas podría necesitar para lograr una adecuada implementación de la reforma?
Pues prefirieron tocar tambores de guerra en contra de los maestros en lugar de emplear las fuerzas que tenía en la mano, para reconocer que los maestros eran y son el factor más importante en la implementación de las nuevas leyes y no solo eso, ¡seguirían siendo los maestros los responsables de educar!
Y digo que tocaron tambores de guerra, porque hasta ahora no he escuchado ni a Peña ni a Chuayffet ni a Nuño, reconocer la valía de la función magisterial, ni solicitar la comprensión de los maestros, ni la intención de hacernos ver que son los maestros los primeros en anhelar y buscar la mejoría en los resultados de la enseñanza que se da en las aulas.

Se equivocaron porque se olvidaron, de que si bien los maestros son la parte medular del sistema educativo, también el sistema se alimenta con recursos, financieros, materiales, organizacionales y de soporte. Y que el propio Gobierno  está obligado a la aplicación al 100% de la reforma educativa en la que se requiere de todos los factores del sistema educativo en conjunto, actuando al unísono.

Se equivocaron Peña, Chuayffet, porque han preferido denigrar al maestro, amenazarlo, presionarlo, en lugar de invitarlo a ser parte de uno de los cambios más relevantes que podríamos experimentar gracias a las recientes reformas estructurales.


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